La
Madre de Dios
Iluminado
Iluminado
Iluminado
tenía solamente 8 años cuando decidió escaparse de su casa en
Xapuri, Brasil.
Xapuri
estaba escondido en la selva brasileña
al margen de todos los adelantos modernos y de los progresos de la
agricultura. La población
seguía
cultivando mandioca y batata como los antepasados y vestian con
trapos transpirados por generaciones. La vegetación tan espesa hacía
que pocos se atrevieran a cruzar, por lo que la comunicación con el
exterior era casi inexistente.
Su
madre, Consolacion, tenia otras bocas que alimentar y, al ser
Iluminado el mayor, raras veces era una prioridad, por lo que se
habia acostumbrado a cazar, pescar y sobrevivir por su cuenta. Con
suerte, muchas veces el río
le regalaba mas de un pez que llevaría
a la casa para alegría
de Consolación.
Como agradecimiento, Iluminado, tiraría
parte de su cena para alimentar al dios del río.
Iluminado
era alto y esbelto para su edad y tenía
grandes ojos negros que parecían
nunca cerrarse. Su mirada tan firme y decidida tenia el poder de
apoderarse de los peores secretos. Era callado y un muy buen
confidente y siempre sabía
por adelantado quien vendría a contarle sus devenires. La edad de
Iluminado no era muy importante y la gente del poblado de Xapuri
sabia acudir a verlo para despejar sus almas de tanta tristeza y
desasosiego.
Iluminado
escuchaba atentamente y jamás
interrumpía, porque sabia que nada que dijera cambiaria el rumbo de
lo que ya habia ocurrido, simplemente se sentaba en el suelo, con sus
piernas cruzadas y miraba a los ojos casi sin pestañear, luego
lentamente comenzaba a levitar con lo que se sabia, los pedidos
habian sido escuchados.
Iluminado
no creía
en la Santería ni en ningún
rito de vudu tan populares en la jungla brasilera.
Su
madre Consolación
lo habia educado en un catequismo radical en el que la infracción
mas insignificante a la palabra de Dios lo convertían
en un hereje y candidato exclusivo para el infierno eterno.
Consolación
había
sido educada en su infancia por un grupo de jesuitas de paso que no
estaban totalmente enterados la Inquisición
habia terminado, ya que se habían
enterrado en la jungla amazónica.
Fuera de todo contacto con el resto de la jerarquía
eclesiástica,
continuaron su predicación
casi sin interrupciones y en Latin, que complicaba un poco la
interpretacion de la Santa Biblia. Los castigos desproporcionados y
esporádicos
que solo desparramaban más
terror que una plaga de termitas era lo único
que interrumpía
la predicación.
Iluminado, ensimismado por tanta teología
hecha en casa e indiferente a las amenazas del fuego eterno, decidió
escabullirse una noche hacia la frontera.
Simplemente
se levantó
de su catre y comenzó
a caminar hacia el sur. Su paso era lento pero consistente. Se detuvo
al llegar al barroso borde del río.
El río
Madre de Dios era ancho y copioso, con vegetación
exhuberante y aguas turbias. Cruzar el río
nadando no era imposible pero muy riesgoso. Las aguas turbulentas
tenían
gran poder y avanzaban violentamente dejando un rastro de basura y
pirañas
a su paso.
Iluminado, con su sabiduría más alla de sus años, se sentó a la orilla a esperar alguna balsa pasajera que lo llevara al otro lado. Esto requería que estuviera preparado a saltar al agua a la menor indicación de peligro, ya que muchos de estos balseros eran “garimpeiros” .
Iluminado, con su sabiduría más alla de sus años, se sentó a la orilla a esperar alguna balsa pasajera que lo llevara al otro lado. Esto requería que estuviera preparado a saltar al agua a la menor indicación de peligro, ya que muchos de estos balseros eran “garimpeiros” .
Los
garimpeiros eran mineros no catalogados con aspiraciones a
guerrilleros. Tenían
una filosofía
extraña
que mezclaba la mitología
con los mercados de valores de commodities. Los garimperios no
seguían
las fluctuaciones de los minerales en Wall Street pero sabían
que siempre había
compradores disponibles, por lo que devastaban todo lo que se les
ponía
en el camino. Eran grupos pequeños
pero con gran poder destructivo, aplanando una jungla en pocos días
sin dejar una ramita en pie.
Iluminado
conocía
de los garimpeiros y su peligrosidad ya que los había
visto en acción
cerca de su asentamiento. En esa instancia, los padrecitos lograron
convencerlos de dar la vuelta pero Iluminado nunca olvidaría
esas caras de ciega ambición
y hambre de poder. Sobre todo recordaba a quien llamaban “el
Corto”.
El
Corto había decidido dar la media vuelta en una oportunidad hacia un
tiempo pero habia prometido regresar. Iluminado, que en esa época
no tendría
mas que cinco años,
notó
la renguera prominente y muy prontamente pudo descifrar que El Corto
era un hombre de muchos secretos y indescriptible maldad. El Corto no
prestó
mucha atención a los niños que los rodeaban en esa instancia, pero
cuando deparó
en Iluminado levitando en una esquina, se detuvo, lo miró con
terror, ocultó su temor en una carcajada y comenzó a gritar
instrucciones incoherentes a los confundidos subordinados que tampoco
podían
creer lo que veían
y desaparecieron sin dar señales.
Ocultándose
en el borde del río,
Iluminado volvía
a recordar esos días.
Siempre supo que su camino se cruzaría
con el del Corto. Esperó
sin apuro a que se aproximara una balsa. Al cabo de cuatro días
lo levantó
un grupo de aborígenes
que se desplazaban hacia el sur. Iluminado sólo
les pidió
que lo cruzaran al otro lado del río.
Al bajar de la balsa, agradeció
a los balseros con dos piñas frescas que recibieron agradecidos.
Al
cruzar el río ya se encontraba en Madre de Dios, una zona de gran
pobreza e inigualable riqueza.
Iluminado
no tenía
un plan de acción, simplemente sabía
que tendría
que seguir caminando. Ni la jungla ni los sonidos nocturnos lo
asustaban. Dormía
sin problemas en el suelo húmedo y usaba hojas de plátano
para cubrirse. Asi pasaron tres días
en la ruidosa soledad de la jungla. En la madrugada del cuarto,
escuchó
el paso seguro de un grupo de hombres. Por la consistencia de la
pisada, Iluminado sabía
que usaban botas por lo que dedujo se trataría
de garimpeiros o traficantes de drogas. Conocía
a ambos grupos y les temía ya que eran famosos por aniquilar tribus
enteras sin piedad y en pocos minutos.
Iluminado
trato de escabullirse pero fue presa fácil para Rogerio que poseía
un sexto sentido cuando se trataba de niños
y podia olfatearlos a millas de distancia. Rogerio media más
de dos metros de altura y apenas comía,
por lo que tenía
una expresión
cadavérica,
una ausencia curiosa de dientes y su cuerpo era solamente una
colección
de huesos crujientes. Poseía
una cicatriz sobresaliente sobre su ojo izquierdo que impedía
que su ojo se cerrara por lo que, aún
dormido, parecía
despierto y alerta con ese ojo siempre abierto.
Rogerio
era esquizofrénico
no diagnosticado, ya que en la vida de la jungla se desconocen los
términos
psiquiátricos
por lo que se lo conocía
como “El Chiflado”.
Una
vez atrapado por El Chiflado, Iluminado sabía
que no podría
encontrar una escapatoria fácilmente
así
que decidió
tomarse su tiempo para estudiar a este grupo de individuos. Una sola
mirada a Rogerio fue suficiente para Iluminado quien pudo ver toda la
tortura y el odio que tenia guardado detras de esa imagen
escalofriante.
Rogerio
lo había
agarrado tan desprevenido y en forma tan agresiva que Iluminado no
tuvo tiempo para reaccionar y sin darse cuenta se encontró
en una jaula subterranea Iluminado sabia que todavia le faltaba
conocer al general manager o director de operaciones de este grupo
subversivo.
Cuando
Rogerio le hizo saber a el Corto que había
capturado a otro niño, el pequeño
líder comenzó
a salivar ya que sabia que los niños se
convertían rápidamente
en los mejores soldados.
Rogerio
le presentó su nueva adquisición
con orgullo y gran fanfarria, no imaginándose
jamás la reacción
de el Corto que al ver a Iluminado empalideció,
comenzó a tartamudear y se adentro en el
medio de la jungla sin explicaciones.
Iluminado
se sonrió
para adentro ocultando el miedo que ese enano le producía
pero sabía
que había
otro enano mas peligroso que finalmente lo enfrentaría.
Consolación
Consolación
habia sido bautizada en secreto de pequeña.
El Padre Enrique había
agotado todas sus armas teológicas
con la madre y decidió
tomar a la niña
y sumergirla histericamente en el Rio Madre de Dios para asegurarse
las bendiciones llegaran sin confusiones a tan oscuro agujero del
mundo. Sus comunicaciones con Dios estaban momentaneamente
interrumpidas pero era muy bueno disimulando la turbulencia
espiritual por la que estaba pasando, por lo que ninguno de los
padrecitos hubiera podido adivinar que su líder
estaba en crisis. La jungla tenia un poder atrapador para los vicios
más
humanos y vulgares y tanta vegetación
mas los mosquitos y las tarántulas
destrozaban el auto control de cualquiera.
Consolación
apenas sobrevivió al bautismo y nunca
fue la misma. Según el Padre Enrique, la
niña habia visto la luz de Cristo y su
alma estaba limpia, según los lugareños,
la niña sólo
habia sobrevivido al bautismo gracias al “deus du rio” que la
escupió antes de que muriera ahogada.
Consolación, insegura de cual de los dos
dioses tenía más
poder sobre ella, optó por Jesus ya que
según el Padre Enrique, Jesús
queria a todos por igual mientras que el “deus du rio” los
prefería gorditos, según
la leyenda local .
Una
oportunidad había sido más
que suficiente y prefería no acercarse
mucho de ahora en más por las dudas de
que se arrepintiera y la tomara de vuelta. El hecho de que un solo
bautismo alcanzara una eternidad le venía
de dedillos para no tener que repetir la traumática
experiencia. Era más sencillo escuchar y
no preguntar y a eso se dedicó por los
siguientes 15 años.
Rogerio
Rogerio
había
nacido en Cusco,Perú,
hijo del poderoso y sumamente ostentoso Don Ramón
Castillo y de Doña
Elena Gomez Salazar.
Rogerio
era el mayor de cuatro hijos varones de los que Don Ramón
no estaba para nada orgulloso y continuaba, aún
después de 15 años,
recriminándole a la pobre Doña
Elena de que sólo le habia dado hijos
idiotas e inservibles. Los cuatro varones: Rogerio, Esteban, Juan
Carlos y Manuel, se habían malcriado
como cualquier niño adinerado con
sirvientes para ocuparse de todos los caprichos y una madre llena de
culpa y sin nada útil que hacer que
vivía atrapada en la depresión
de saber que ni uno de los cuatro sería
capaz de continuar el legado de Don Ramón
y hacerse cargo de la hacienda.
Dona
Elena, anciana para sus cuarenta años,
pasaba sus días apoltronada en su cuarto
de bordado, siempre con sus cortinados cerrados y sin acercarse a la
luz del sol. Esto hacía que su palidez
asustara a más de una visita y por lo
tanto pocos se atrevían a pasar por la
hacienda.
Don
Ramón, con sus cuarenta y cinco años,
era vigoroso y un gran jinete. Alto y robusto, los años
de sol y actividad fisica lo convertían
en un adonis sudamericano. Su destreza al galope sólo
se comparaba con su destreza con las fraudulentas transacciones. Su
fortuna venía de generaciones pero él,
en su corta vida, había logrado expandir
su imperio a actividades riesgosas que le traían
muchas ganancias y le habían ganado
muchos enemigos.
Don
Ramón tenia una gran fascinación
por el oro y los metales preciosos y desde pequeño
habia encontrado maneras de contratar lugareños
muertos de hambre y desesperación para
que le buscaran oro en la jungla de Madre de Dios.
Con
los años, su hobbie se había
convertido en obsesión y ocupaba todas
las horas de su día. Siempre estaba
desarrollando técnicas para apoderarse
del oro de manera más económica
y con menores accidentes. Aunque no era de gran inteligencia, Don
Ramón era creativo y astuto y sus
técnicas de minería
ilegal se habían vuelto mas sofisticadas
con el paso de los años y los avances
tecnológicos. Su pequeño
grupo de peones de los comienzos, ahora, después
de 25 años, era un organizado grupo de
garimperios que producían 400 kilos de
oro por año dirigidos por el temido
Volcanito.
Don
Ramón
había
desarrollado una pequeña
producción
de joyas y artefactos que se contrabandeaban a los Estados Unidos con
ganancias escandalosas. Don Ramón
era superficial y extravagante en su manera de vestir y lucía
la mayoria de sus joyas diariamente por lo que los trabajadores
secretamente lo llamaban “el gansta Don Ramón”.
Rogerio
conocía
la hacienda en toda su extensión
y también
a los garimpeiros que su padre contrataba hacia años.
Las expediciones eran secretas e ilegales ya que Don Ramón
no tenia ningún
respeto por la naturaleza, el rainforest, la capa de ozono ni los
politicos. El alto rango obtenido por su fortuna no le habia ganado
ningún
favoritismo con el partido gobernante en todos estos años
ya que Don Ramón
era famoso por sus violentas reacciones, su caracter autoritario,
patotero y patriarcal, sumado a su extrema tacañez
por la que se negaba a aceitar a ningún
político,
no importaba cuál
fueran los negociados que le ofrecieran.
Rogerio,
criado por una cocinera brasilera y una institutriz francesa, hablaba
tres idiomas y podía hacer los cálculos
más complicados sin usar ni papel ni
lápiz pero a la vez raramente se le
escuchaba la voz. Debido al terror que le tenía
a su padre, comía como con urgencia y se
excusaba con prisa de la mesa, hábito
que le provocó una pérdida
de peso despiadada convirtiéndolo en una
masa de huesos.
Nadie,
y aún
menos Dona Elena, notó
que el muchacho palidecía
al ver al padre ni que lo evitaba a cualquier instancia.
Dona
Elena, indiferente a sus cuatro hijos, jamás
levantaba la vista en la mesa y también
engullía rápidamente
las comidas, lo que en su caso sólo
ocasionó que aumentara de peso y se
convirtiera en una bolsa de grasa, cosa que enfurecía
a Don Ramón y lo incitaba más
a sus escapaditas al cuarto de Rosalia.
Rogerio
era como una sombra, ensimismado constantemente por los libros y sus
misteriosos cálculos que nadie entendía.
Se movía cual gacela con pasos largos y
rápidos, sin emitir ningun sonido. Don
Ramón poseía
una voluminosa biblioteca llena de primeras ediciones jamás
leídas heredadas de sus antepasados como
muestra de su riqueza y poder. Rogerio absorbía
información indiscriminadamente y
mantenía notas minusciosas, catalogadas
por tema. Sus areas de estudio preferidas eran la botánica
y las ciencias. La literatura y la historia sólo
le servían para obtener ideas de cómo
cortejar a una mujer y aprender de los grandes conquistadores.
En una
de esas noches de excesivo alcohol y furioso por la pérdida
de uno de los cargamentos de oro desde Madre de Dios, Don Ramón
se cruzó con Rogerio y le estrelló
una botella de whisky en la cara sin ninguna explicación.
Rogerio, incapaz de controlar la furia que ese ataque innecesario le
produjo, agarró a su padre de la nuca y
lo revoleó contra la pared. Rogerio, con
sólo 14 años,
jamás penso podria enfrentar a su padre
y aún menos levantarlo en el aire, pero
Don Ramón estaba extremadamente
intoxicado y totalmente incapaz de defenderse. Rogerio salió
corriendo hacia la casa donde Dona Elena, al verlo en semejante
estado, desfalleció con muy poca elegancia
en el piso grasoso de la cocina. Rosa, la cocinera, enseguida remendó
el corte profundo de la parte superior del ojo pero su falta de
maestría en la costura hizo que al
cicatrizarse la herida el parpado no cerrara bien y el ojo quedara
permanentemente abierto. Al cabo de unos dias, cuando Rosa se dio
cuenta de la atrocidad que había
cometido, desapareció una noche y nunca
más se la vió.
Por su parte, Don Ramón, encontraba la
nueva apariencia de su hijo espeluznante y lo echo de la casa a
patadas. Dona Elena, al ver a su hijo huir sabiendo que no volvería
a verlo, se encerró en su cuarto y
duplicó la cantidad de velas en su
altarcito a la Mamacha Belen, patrona de Cuzco e inevitablemente, en
sus horas de plegarias y novenas, no se percató
los pesados cortinados envueltos en llamas. Nadie llegó
al rescate de la pobre Dona Elena. El fuego no se extendió
al resto de la finca, cosa que intrigó a
Don Ramón pero no le quitó
el sueño. Dona Elena habia muerto la
buena muerte, como una fiel Juana de Arco y, a los ojos de Don Ramón,
eso era una bendición en más
de un sentido.
Rogerio,
se esfumó
tan rapidamente de la finca que no vió
ni el fuego ni jamás
se entero del final bíblico
de Dona Elena. No tenía
duda de que un solo destino lo esperaba: Madre de Dios y una
calculada venganza contra su padre y las minas de oro ilegales.
Rogerio sabía
de los garimpeiros y las coordenadas de los diferentes asentamientos,
era muy conciente de los riesgos que corría
pero estaba decidido a destruir a Don Ramón
y su fortuna. Su mayor obstáculo
era el evasivo Volcanito y según
se imaginaba, la noticia de su escapada ya había
llegado a oidos del maldito enano en permanente erupción.
Desafortunadamente,
el Corto y sus seguidores encontraron a Rogerio y capturaron sin
saber era el heredero de Don Ramón.
El
Corto era un hombre muy violento y de pocas pulgas, hablaba en
monosilabos y en situaciones de gran stress ni siquiera hablaba. Sus
subordinados no necesitaban instrucciones, eran un mini ejercito
lleno de papanatas pero sumamente eficiente.
Enrique
no habia sido siempre Padre. Aunque se había
criado con los Jesuitas en Misiones, Argentina, su sueño,
una vez terminada su educación,
era convertirse en arqueólogo
y descubrir tesoros ocultos. Los jesuitas en su incesante predica por
territorios inhóspitos
por tantos años,
habían
acumulado una gran colección
de objetos indígenas
de origen incierto en muchos casos, pero que Enrique sabía
tenían
gran valor histórico,
sin embargo estaban fuera de su alcance ya que los niños
no tenían
ningún
privilegio pero interminables obligaciones entre las que contaba una
educación
religiosa extrema que milagrosamente no llegaba al fanatismo pero eso
era sólo
cuestión
de opinión.
Enrique
desde pequeño supo que de la única
manera en que sus ambiciones de arqueólogo
se concretarian, seria ayudado por los hermanos jesuitas.
Los
catequistas a cargo de Enrique tenían
grandes expectativas al ver su dedicación
y desempeño
a traves de los años.
Poco sabían
de que el niño
ya a tan temprana edad tenia otras intenciones.
Enrique
ya tenia 14 años cuando los padrecitos
decidieron tendría que elegir entre la
vida civil o el servicio al Señor.
Enrique engatuzó a todos con su falsa
santidad y estudió por años
religiosamente hasta consagrarse y esperar su destino. Enrique,
cuanto más leia, más
descubría que los jesuitas poseían
información que contrastaba con la
educacion de la iglesia católica y eso
lo incitaba a leer aún más
ya que un nuevo mundo se abría a sus
ojos. Su aspiración era ser asignado a
unos de los centros culturales del mundo donde podría
dedicarse a sus estudios sin interrupciones. Sin embargo, el súbito
y sangriendo ataque a los cinco padrecitos en Xapuri hizo que
prontamente se lo despachara a ese destino. Rogos, súplicas
y oración, no lograron que los obispos
cambiaran de opinión así
que allí llegó,
sin imaginarse lo escondido, olvidado y salvaje que era Xapuri.
Enrique,
aunque agradecido por los años de
educación y las oportunidades que los
Jesuitas le habían dado a lo largo de
los años, no podía
negar que la vocación religiosa era en
su caso inexistente y ahora , atrapado en el medio de la jungla
brasilera, sabía que nunca lograría
su objetivo, por lo que dedicó los
próximos años
a resentir su vida.
Cumplió
con sus obligaciones eclesiásticas y
mantuvo la cabeza baja durante más de
una oportunidad pero tenía un demonio
interior que lo torturaba y al que apenas podia controlar. En noches
de descontrol espiritual, se escaparía
al poblado más cercano, se emborracharía
con la grapa local y buscaría
desesperadamente a Irasema, quien lo entendía
sin cuestionamientos y compartía su cama
y su lujuria en silencio. Irasema sabía
quién era Enrique pero desconocía
la culpa inculcada por el catolicismo y sólo
sabía disfrutar de los placeres carnales
libre y obsenamente, lo que maravillaba a Enrique.
Enrique
sabía de las minas ilegales de Madre de
Dios y era ese conocimiento y el descubrimiento de varios artefactos
pre Colombinos que los niños excavaban
sin conocer su incalculable valor que le dieron un nuevo motivo para
vivir. Cada nuevo descubrimiento, por pequeño
que fuera, provocaba en Enrique una explosión
de adrenalina que sólo desaparecía
cuando lograba ubicar el artefacto en el período
histórico correcto, catalogarlo,
preparar un corto documento y ubicarlo en un lugar luminoso para su
gozo personal y espiritual. Después de
tantos años en la jungla, Enrique poseía
una colección digna de un museo. Estos
objetos eran su única obsesión
y la razón por la que nunca se escapó
de ese infierno de olvido e insectos .
Ninguno
de sus superiores conocía
la extensión
de esta colección
y no tomaban en serio su interés
ya que lo consideraban solamente un pasatiempo inofensivo.
Muchas
de las piezas que Enrique había
encontrado eran de alto contenido sexual por lo que sabía
que si llegaban a ciertas manos, serían
destruídas inmediatamente., por lo que
mantenía esos artefactos en una
habitación separada a la que sólo
se podía acceder por una pequeña
puerta escondida. Para los pocos afortunados que llegaron a ver este
cuarto, se podría decir era el Kamasutra
center de la Puna Peruana.
Irasema
era su cómplice de día
y de noche. Muy pequeña de estatura y
con largos cabellos negros azabache, aunque tenía
mas de 20 años parecía
apenas una niña. Irasema siempre tenía
una sonrisa en sus labios. Todos en el asentamiento sabían
era la querida del padrecito aunque Enrique estaba convencido su
relación era extremadamente secreta.
Irasema era totalmente deshinibida y se paseaba semi desnuda por el
asentamiento moviendo sus caderas insinuantemente cosa que volvía
loco a Enrique quien agradecía
diariamente a la gigantesca sotana que le permitía
esconder sus sacrilegos pensamientos.
Enrique
dirigía
secretamente un grupo de expedicionarios ilegales que trabajaban
durante la noche, cuando los garimperos se iban a dormir y se
apropiaban de los objetos que los mineron descartaban ya que no
poseían
oro y a sus ojos inexpertos carecían
de valor. El grupo de arriesgados expedicionarios estaba compuesto
por Joaquín,
Roberto, Umberto y Rolando. Los cuatro trabajaban como jardineros en
el convento durante el día
y aunque pretendían
no entender el valor de las piezas, sabían
que podrían
convertirlos en hombres muy ricos pero si por alguna razón
caian en manos de gente como el Corto, todo el asentamiento
desaparecería
en cuestión
de minutos.
Enrique,
en su ciega ambición, no se daba cuenta
del riesgo que corrían cada noche, pero
en lo único que podía
pensar era en los tesoros que llegarían
a la madrugada.
El
Corto
Luis
Pérez Romero había
nacido en Chinchero, cerca de Cusco y habia sido prontamente
abandonado en la parroquia de la Virgen de Montserrat, bajo la
ventana de la sacristía.
Lucero
había dado a luz a escondidas de sus
padres con la ayuda de su Nana en un rincón
apartado de la finca. Lucero era la hija única
de Carmen Moreno Santilla y Don Tiberio López
Rincón. Don Tiberio era un prominente y
erudito catedrático con un gran
conocimiento de la cultura Incaica. Chinchero era el lugar perfecto
donde concentrar sus investigaciones ya que las ruinas proveían
diariamente nuevos objetos para sus estudios, lo que lo mantenía
siempre ocupado con sus investigaciones. Don Tiberio era un hombre
manso, de gran convicción y tenacidad.
Se pasaba la mayoría de su día
encerrado en su estudio y cubierto de polvo y reliquias a las que
preservaba cuidadosamente y devolvía al
museo de Cusco una vez catalogadas. Doña
Carmen era alta y esbelta, se movía
ondulosamente por su casa y los peones no podian escapar al encanto
de su permanente sonrisa. Jamás se la
vería a Doña
Carmen enojada o de mal genio. Sin embargo, en los momentos íntimos,
a altas horas de la madrugada durante las noches de luna llena, Doña
Carmen se transformaba en un ser malicioso y lleno de envidia que
repetía versículos
de la Biblia de memoria. Don Tiberio había
desarrollado un sistema sumamente efectivo de escapatoria en el que
su estudio se convertía en su guarida
hasta que los ataques tormentosos de rabia desaparecían
y su rostro desencajado volvia a la normalidad. Don Tiberio estaba
convencido que estas conversiones eran cosecuencia de una maldición
de la Pacha Mama a la familia de Doña
Carmen, que habia enriquecido arrebatando campos a los aborígenes
durante décadas. Nadie jamás
habia presenciado uno de estos episodios, solamente Don Tiberio había
sido lo suficientemente desafortunado y apenas podia recordarlos sin
sufrir un ataque de nervios.
Lucero
había sido criada como la rica hija
única, sin derecho a nada pero
aparentando tener derecho a todo siempre y cuando lograra encontrar a
un candidato aceptable a los ojos de sus padres, cosa que hasta ahora
había resultado casi imposible. Lucero
habia sido una hija muy obediente y sumisa, obediente a la estricta
educación católica
de sus padres, los que estaban orgullosos de la niña
y de sus progresos.
Nana
había criado a Lucerito desde su
nacimiento y la quería más
que a sus propios hijos. Nana era vieja y casi ciega, jamás
había ido a la escuela y no podía
leer ni escribir pero poseía la
sabiduría de la vida y de los años.
Nana sólo conocía
el trabajo duro y sin ninguna gratificación
pero ver crecer a Lucero y convertirse en una hermosa señorita
le había hecho olvidar de los abusos de
la vida de sirvienta y de la torturada Dona Carmen, víctima
de su hechizo más exitoso.
Lucero
recitaba aburridamente de memoria los pasajes de su Biblia selectos
por el padre Mario y rezaba su rosario todas las mañanas
con su madre como también era costumbre
en esos dias.
Durante
la noche, sin embargo, Lucero se preparaba para los rituales que Nana
le había enseñado
por tantos años a escondidas. Lucero
también se transformaba una vez que el
sol se ocultaba: Nana había sido
superada por su discípula y nada le
producía mayor satisfacción.
Juntas se encargaban de ayudar a todos aquellos en necesidad de una
plegaria cuando los Ave María ya no
daban resultado.
La
población de Chinchero era mayormente
trabajadora y se especializaban en las artesanías
locales y el trabajo de la tierra. Eran feroces y fervientes
creyentes de la Pacha Mama pero tenían
gran respeto por la Iglesia Católica y
sus enseñanzas. Después
de todo la iglesia local había sido
eregida sobre las ruinas del templo inca. La población
de Chinchero sabía que los sacerdotes
católicos eran sumamente metódicos
y decididos en cuanto a su doctrina y nadie los quería
contradecir por las dudas, ya que en más
de una oportunidad habian sido testigos de la ira cristiana.
Durante
una de las sesiones espirituales de Lucero, una de esas noches
estrelladas típicas
de Chinchero, se apareció
un joven a requerir su intervención
ante la Pacha Mama. Inka, como se llamaba, necesitaba urgente ayuda
extracurricular de la Pacha Mama para evitar el embarazo de su novia
Yanay. Inka y Yanay habían
sido sumamente indiscretos por lo que Inka se temía
la furia descontrolada del padre de Yanay terminaría
con su vida. Lucero dudaba que esto ocurriera ya que sabía
Yanay no estaba embarazada pero concluyó
un poco más
de fe a los poderes de la Pacha Mama siempre ayuda, por lo que
continuó
con su ceremonia sin darle ninguna explicación
al hipotético
padre prematuro. El Challa no funcionaría
para el pedido de Inka pero siempre era bueno agradecer a la madre
tierra.
Asi
fué que después
de varios pedidos de la misma naturaleza por parte del Inka,
finalmente su novia Yanay quedo efectivamente embarazada e Inka tuvo
que escaparse . Desapareció del pueblo
que se concentró en la búsqueda
distraidamente por unas 24 horas al cabo de las cuales ya nadie se
acordaba ni Inka ni de la humillación de
Yanay.
Los
encantos de Inka hicieron caer a Lucero en la misma trampa y no hubo
Challa que evitara lo inevitable. Cuando nació
el niño, lo único
que le llamó la atención
a Lucero, que carecía de todo instinto
maternal, fué que el bebe parecía
más corto de lo normal. Nana, en su
ciega sabiduría y con cargar al niño
por un corto momento, sabía que la falta
de altura sería compensada por una
extrema crueldad por lo expeditamente comenzó
las tratativas para deshacerse del recién
nacido.
El
Corto fue adoptado prontamente por las Hermanas del Calvario quienes
debían más
de un oscuro favor a la Nana. Intentaron por años
encontrarle un hogar pero por alguna razón
que no podían explicar, las familias
inmediatamente rechazaban al niño.
El
Corto creció solitaramente en el
convento a pesar de la estar rodeado constantemente de monjas que se
dedicaban más a la plegaria incesante y
barbitúrica que a criar al niño
que día a día
se convertía en una amenaza.
Corto
tenía una temprana obsesión
con la historia y particularmente con el período
de terror en el que los incas fueron despojados de sus tesoros con la
forzada incursión de los españoles
. Su paranoia crecía pero no su altura.
A los
16 años, se escapó
del convento sin decir adiós. Nadie lo
extrañó tampoco.
Cuando
cumplió 18 ya tenía
un pequeño ejército
de ineptos bajo su comando. Se habían
apropiado de los rincones más olvidados
de Chinchero donde vivían de la tierra y
los bienes ajenos. Se mobilizaban a paso lento y dejaban un manto de
destrucción a su paso cuales
conquistadores de lo ajeno. La paranoia de el Corto se agravaba con
el paso de los años y la absoluta
devoción de sus seguidores no ayudaban
con el diagnóstico. El oro no le
interesaba en lo mas mínimo pero si la
ambición de controlar y tener un grupo
de hombres a su mando.
El
Volcanito
El
Volcanito era orgulloso hijo de garimpeiros. Su madre Araceli era una
professional sex worker dedicada a entretener a los mineros y su
padre Brasilio era el capataz de uno de los asentamientos, un hombre
que compensaba su falta de estatura con una mata de cabello de tanto
volumen y cantidad que lo llamaban “la Diana Ross”. Brasilio era
un capataz justo al que todos apreciaban y respetaron hasta el dia
que murió aplastado por una piedra
caliza no muy grande pero lo suficientemente liviana para dejarlo
plano como papel de lija. Lo único que
evitó desapareciera bajo el peso de la
piedra fue la mata de cabello que aminoró
los efectos devastadores del accidente.
Volcanito,
como todo en esos lugares tan inhóspitos,
nació por accidente y vivió
por accidente, sobreponiendose a duras penas a las bromas, los malos
tratos, la indiferencia de Araceli, quien siempre lo vio como un
obstaculo a sus sueños de “pole
dancer” o bailarina del “polo” como se le decía
por lo que el pobre Volcanito tuvo que desarrollar una personalidad
combativa que lo ayudara a sobrevivir. Creció
en constante contacto con los garimpeiros y conocía
a todos los grupos: los empleados de Don Ramón,
o “ los diplomáticos” ya que era un
grupo que se manejaba en los niveles más
altos del contrabando y la explotación
junto con una colección de mulas que
exportaban. Los seguidores de el Padre Enrique, o “los santitos”
que se apropiaban de reliquias con un sentido de obligación
religiosa. “Los Indios” eran los seguidores de Iluminado quienes
habían creado un templo ad hoc en el
medio de la jungla y jerarquizado las estatuillas con una lista
interminable de poderes que eran muy convenientes en muchos casos y
sacaban de apuro a Iluminado cuando su valor como nino sabio de la
tribu se depreciaba o los poderes de levitación
no se encontraban al 100%.
Volcanito
habia conocido a Don Tiberio a través de
la Nana, quien sabía de la debilidad de
Don Tiberio por Araceli y sus sinuosas caderas insinuantes. Don
Tiberio visitaba a Araceli semanalmente y se habia encariñado
con el niño, a quien trataba como el
hijo varón que nunca había
tenido.
Volcanito,
desde la primera vez que vió a Don
Tiberio escabullirse en el medio de la jungla con un pequeño
cargamento de estatuillas rescatadas en el medio del barro en el Rio
de las Piedra, jamas se le despegó y se
convirtió en su mano derecha aún
con su corta edad y estatura.
Volcanito
comenzó colectando pequeñas
cantidades de ornamentos y llevándoselos
a Don Tiberio quien, sin darse cuenta, había
fundado su propio grupo de garimpeiros a los que se los conocería
como “ los exhaltados” debido al carácter
volcánico del pequeño
líder quien habia tenido que compensar
personalidad explosiva por talla chica.
La
Expedición
Con un
solo movimiento de brazos indicó a
Rogerio y demás que saldrían
prontamente a un nuevo destino. Nadie sabía
que se embarcarían en “la Expedición
“ (como se conocería más
adelante) más grande de sus vidas .
Rogerio
desconocía
los planes de el Corto pero había
aprendido a no preguntar demasiado ya que después
de su captura a manos de sus hombres ( o “los expedicionistas”
como se llamaban a si mismos, indiferentes a los errores
gramaticales), fue llevado a la tienda principal donde no sólo
llego a conocer al visionario sino que pudo compartir sus
conocimientos del área
y los beneficios de deshacerse del control monopólico
de los garimperos a manos de su odiado padre.
El
Corto agarró el machete más
largo y desproporcionadamente grande de su colección,
a Iluminado y comenzó la caminata.
Los
indios Harakmbut los encontraron al segundo día.
Los indios reaccionaron con confusión
y relativa curiosidad. El aparente jefe de la tribu miró
escrupulosamente al grupo y dio su media vuelta, no sin antes tomar a
Iluminado suavemente de las manos y guiarlo lentamente fuera de la
vista de todos.
El
Corto utilizó a Rogerio como jefe de
relaciones públicas muy a pesar de su
presencia escalofriante pero algo debe haberse confundido en las
traducción porque al final del primer
dia tuvieron que salir corriendo perseguidos por flechas y demás
implementos con un indiscutible sello de producción
local igualmente letales. Iluminado nunca había
visto semejante despliegue de armas “made in Chichaco”.
El
machete del Corto se perdió en la
corredera, junto con Iluminado, que fue adoptado por los aborígenes.
Iluminado,
al margen de toda participación en los
incidentes, se dedicó a estudiar las
maravillosas estatuillas que llenaban las tiendas. Aunque no conocía
el valor que tenían, pudo darse cuenta
que eran parecidas a las que poseía el
Padre Enrique y a las que siempre habia admirado sin ni siquiera
imaginarse lo valiosas que eran.
Una
sola mirada al jefe de la tribu había
sido suficiente: Iluminado fue convertido instantáneamente
en uno de los niños sabios de la tribu y
cuidado en extremo por los mayores. Iluminado no necesitaba decir
nada, los Harakmbut sabían apreciar los
poderes visionarios de Iluminado quien quedó
protegido y escondido hasta que el caos y los gritos terminaron.
En su
posición de poder en la tribu y
confidente del gran jefe, Iluminado fue capaz de seguir coleccionando
las pequeñas estatuillas que los
indígenas traían
de sus expediciones. Ahora sabían que el
pequeño sabio las consideraba de valor y
las reliquias se siguieron amontonando prolijamente.
Continuaron
caminando hasta que llegaron a la boca del río
y encontraron el asentamiento. Rogerio habia convencido a el Corto en
seguir las coordenadas que se conocia de memoria y atacar a los
trabajadores de su padre. Rogerio, en su entusiasmo, se habia
olvidado de mencionar a el Volcanico y hacerle saber a el Corto que
cualquier altercado con “los exhaltados” terminaría
en una batalla campal pero ese mínimo
detalle también era parte de su plan.
Todas
las agrupaciones de garimpeiros estaban al tanto de que el Corto
venía de camino ya que a pesar de sus
diferencias ideológicas y fin común,
se mantenían en contacto constante y
operaban como un sindicato con ramificaciones de acuerdo a sus
aspiraciones políticas: Cristianos
Conservadores, Republicanos, Independientes y los Eco Green . Los
líderes de estos grupos: El padre
Enrique, Don Ramón, Don Tiberio y el
jefe de la tribu Harakmbut, se mantenían
al margen de los trabajos sucios de sus colaboradores pero mantenían
comunicaciones constantes sobre el progreso de los enfrentamientos.
El
enfrentamiento fue feroz y apocalíptico
en cuanto las fuerzas de el Corto se confrontaron con el Volcanito,
quien habia preparado una estrategia de ataque copiada de la jugada
ganadora de los NY Giants en 1927 y destrozó
a la comitiva con eficacia sajona. Rogerio y el Corto, ya sin
seguidores vivos, fueron excomunicados y despatriados al cruce de la
frontera con Paraguay, donde se los abandonó.
Los aborigenes Paraguayos, aunque cantaban como jilgueros, no eran
muy cálidos con los foraneos y tenian
una reputacion de canibalismo que mantener.
El
Volcanito, claro vencedor de la batalla e irreemplazable lider de los
garimpeiros, se convirtió en una figura
de veneración e idolatría
local y años después
se encontrarian pequeñas estatuillas con
su imagen envueltas en el barro del Rio de las Piedras. Muchas de
esas estatuillas terminaron adornando mas de un Museo Nacional
mientras que las de Iluminado, tambien de produccion local,
terminaron en los Souvenir stores en 5th Avenue, NYC.
Junio 28, 2013